Sentimos
que la vida pasa sin detenerse, que en muchas ocasiones marcha
demasiado deprisa. Observamos como el tiempo, cómplice de nuestros
actos, cada vez se hace más fugaz. Vivimos a contrarreloj un mundo
del que a menudo olvidamos los pequeños detalles. Tenemos momentos
de éxtasis , y también de enajenación, en los que no llegamos a
descubrir qué pasa.
Somos
aliados de la prisa y la presión. A menudo prisioneros de una cárcel
que nosotros mismos forjamos. Establecemos paradigmas basados en
ideas que tienen su fundamentos más profundos en "aquello que
alguien dijo".
Nos
estamos olvidando de pensar.
Tenemos
la mala costumbre de no creer que podemos llegar a ser aquello que
deseamos y lo que es aún peor, solemos pasar por el camino sin saber
cual es nuestra esencia, dedicando tiempo a cosas que nos llenan de
vacío. Si fuéramos conscientes de que el tiempo no puede ser
conquistado y la voluntad no puede retroceder viví riamos nuestra
existencia como lo que es; una caja fuerte de la que sólo uno mismo
conoce la combinación, el tesoro más preciado que a veces se torna
en nuestra peor pesadilla.
He
descubierto una de las claves mi felicidad, he aprendido a pararme a
pensar, así porque sí, por simple placer, sin la necesidad de
controlarlo todo. Cuando alguien se siente capaz de generar ideas
encuentra esos detalles y motivaciones que encienden la mecha y
provocan una acción. Todos podemos; lo difícil es admitir que
queremos caminar al lado de nuestro propio "YO" en vez de
dejar que otros nos creen a su imagen y semejanza.
Por
suerte o por desgracia la vida es una examen sin respuestas
acertadas. Puedes proyectar tu imagen en el tiempo, pero la variación
del resultado no debe crearte frustración.
Ayer,
en un rato libre, me paré a pensar y me di cuenta de que daba
resultado. Descubrí que era inútil conquistar metas que no quería
y proponerme otras que tampoco deseaba. Al fin y al cabo; cero
multiplicado por cero siempre es igual a cero. Creo que todo comienza
por responsabilizarnos de nuestros propios objetivos o sino nuestra
historia será creada por accidente.
De
repente, he entendido el hecho más obvio de la vida: que el tiempo
es irreversible, que mi vida es finita.
Nos
estamos olvidando de vivir; estamos en trance.
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