Siempre me quedaré con aquella
frase que me dijo una gran maestra y una gran persona “la vida será lo que tú
quieras que sea. Puedes optar por el camino fácil y por aquello que las
personas te dicen que elijas o ser valiente y tomar tus propias decisiones. Lo
uno te dará apoyo y comodidad, lo otro te llevará hacia la felicidad”.
Y así fue, decidí que todo lo que
lograra en la vida sería por merito y ambición propia; no creo haberme
equivocado de camino. Hoy termina una de las mejores etapas de mi vida, la de
estudiante de periodismo, y con ella aunque se cierra una puerta se abren otras
cientas. ¿Qué si me arrepiento de haber estudiado esta carrera? No por favor…
Sé que muchas personas se sumergen en este mundo pensando que es algo
totalmente diferente, sé que en multitud de ocasiones esperan más de lo que
reciben. No voy a negar que haya tenido momentos de frustración, desidia,
desesperación, desilusión e indignación durante estos cuatro años, los he
tenido y no se cuentan con la palma de una mano. No obstante, aquí voy a
resaltar una enseñanza que hoy me han vuelto a recordar; “las cosas dan de sí
lo que tú quieras exprimirlas”. Pasar sin ton ni son, sin ilusión y con el
mérito del menor esfuerzo por bandera es algo que se ve muy a menudo por los
pasillos de las facultades. La culpa de ello no la tienen ni los malos
profesores, ni la teoría insoportable, ni los planes de estudio absurdos. La
culpa de ello la tiene quien no elige lo que quiere y se ve metido en un mundo
que no es el suyo. Ahora bien, el mío sí que lo era, lo es y espero lo seguirá
siendo durante un largo periodo de tiempo (al que nunca, creo, le encontraré
fin). No me puedo arrepentir de haber invertido cuatro años en el proyecto que
más me ha ilusionado a lo largo de mi vida; el de ser periodista. Observar,
escuchar, aprender, transformar, transmitir, comunicar… convertirte en un ser
con una ambición de información insaciable, no darte nunca por satisfecho; esa
es mi filosofía de vida.
Ahora no toca mirar atrás, toca
caminar con lo aprehendido y trazar una nueva meta. Gracias por esos debates
interminables, por haberme obligado a ser consciente de que tengo que saber que
pasará mañana antes que la gente “normal”, por ilusionarme a través de la
experiencia de grandes profesionales, por bajarme a la tierra con un “lo tenéis
muy chungo”, por motivarme con un; ¡si algunos pudieron tú no vas a ser menos! Y
por transmitirme un lema que siempre llevaré por bandera; la excelencia siempre
es el camino y esta se halla en la diferencia. Gracias a vosotros; años de
aprendizaje, noches en vela, exámenes tortuosos, clases absurdas y palabras
brillantes, porque sois los que habéis hecho que hoy me reafirme en aquello que
decidí cuando apenas era una cría; esto es vocación y pasión, no se me podría
ocurrir una mejor manera de vivir la vida que disfrutando mientras se la cuento
a los demás.